Probablemente la mayoría de nosotros, y mucho más aquellos que tienen bebes o niños en casa; tenemos un termómetro en el botiquín de la casa. Y al termómetro se suman seguramente otros insumos básicos para atender una emergencia: alcohol, gasa, algodón, aspirinas, Aseptil Rojo (Maravilla curativa – mágica receta para muchos arequipeños), curitas, etc. Pocos pondrían en duda la utilidad de tener ese pequeño arsenal de atención casera.
En esa misma línea, hoy les propongo que comencemos a ocuparnos (no preocuparnos, porque la preocupación no nos lleva a la acción; mientras que la ocupación nos invita directamente a los actos) de nuestro Botiquín Emocional. Pero, ¿qué colocar en un Botiquín Emocional?...
Mi primera sugerencia es incluir un Termostato Emocional. Una herramienta a la medida para cada uno de nosotros (que se ajuste a nuestros estilos y características personales) que nos permita: primero, ser conscientes de cuál es nuestro estado emocional; y segundo, nos avise cuando una emoción negativa nos esté embargando y amenace con nublarnos la razón, amargarnos el día, herir una relación, cultivar o agudizar una úlcera, despertar una migraña, y un largo etcétera.
Son muchas y variadas las consecuencias del asalto de una emoción negativa. A veces se trata de una irrupción rápida, por un evento altamente estresante; pero la mayoría de las veces surge de una serie de pequeños sucesos que vamos acumulando, regodeando durante el día, la noche, la semana. El cruce violento de una combi, la falta de respeto de un conductor, una asignación mal realizada, una estrategia implementada sin el éxito esperado, una respuesta poco amable, un pedido no atendido, una falta de gratitud, una expectativa no cumplida, entre otras muchas razones.
Si nos permitimos parar y preguntarnos, observarnos; estaremos en condiciones de identificar cuáles son aquellos eventos, situaciones, relaciones que nos generan una emoción negativa, o incluso, una reacción violenta. El identificarlos es la clave de nuestro Termostato Emocional. ¿Qué situaciones me producen frustración?, ¿en qué momentos del día mi energía se vuelve predominantemente negativa?, ¿qué cosas no tolero en los otros, y menos aún en aquellos a quienes amo?, ¿qué interacciones despiertan la versión menos bondadosa de mi mismo/a?
Entrenar el Termostato Emocional puede ser la elección más saludable para nuestra salud integral. Si detecto, identifico, una emoción negativa y la trabajo (aceptando mi propio malestar por ejemplo cuando aún es leve o, mejor aún, cuestionando su origen a través del desafío a mis propias interpretaciones: ¿vale realmente la pena?) evitaré que esta se acumule hasta el extremo de generar un impacto negativo tan fuerte que luego necesite guardar cama o quedarme en cuarentena emocional.
Y me despido con un desafío adicional para esta semana: ¿Qué otras herramientas, recetas, insumos, podría incluir en mi Botiquín Emocional?, y ¿cuál es la mejor forma de utilizarlos para mi propio bienestar emocional?
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