Ir al contenido principal

Cambiar el “LES” por el “NOS”

Después de un par de semanas de ausencia, vuelvo a mi querido espacio de Coaching Ahora para compartir las reflexiones que me han acompañado en estos últimos días (semanas).

El tema viene tocado especialmente por el ambiente electoral. En el Perú acabamos de pasar por un proceso de Elecciones Presidenciales donde los votos se repartieron entre diferentes candidatos, quedando finalmente dos para pasar a la segunda vuelta.

Para los que no están viviendo directamente nuestra realidad, bastará con compartir que estas dos opciones encaran posiciones que son rechazadas por una parte importante de la población, pero a su vez son también amadas y apoyadas por una gran mayoría.

Creo que en la experiencia de la mayoría de peruanos de mi edad, no habíamos gozado aún de una campaña electoral donde tanta gente (de nuestro entorno conocido) se involucrara de una u otra manera en aquello que solemos llamar con cierto tono despectivo: política. Yo misma reconozco haber estado entre quienes despreciaban esa palabra porque la asociamos a corrupción, enriquecimiento, etc. Pero sucede que la política es en esencia el interés por el bien común, por el ordenamiento de la vida en comunidad. Y la mayoría coincidirá conmigo que es un fin noble y que necesitamos de personas que quieran involucrarse en la búsqueda del bien común.

Luego de vivir este periodo electoral tan intenso, se ha dado un fenómeno interesante de cara a los resultados de la primera vuelta. Muchos de nosotros con sentimientos de tristeza, decepción, preocupación (habrán también quienes han estado felices porque sus opciones fueron las elegidas); y vimos en menos de 24 horas como espacios públicos se llenaban de banderas negras, símbolos de duelos, frases agresivas, mordaces, unos contra otros, en fin...

Una frase en especial se me quedó grabada de lo mucho que vi y leí: “¿qué les pasa a los peruanos?”, una y otra vez, ¿qué les pasa a los peruanos?... He de confesar que yo misma caí en hacerme (al menos mentalmente) la misma pregunta. Pero como mucho también, decidí que no quiero quedarme ni tan siquiera detenerme en esa pregunta. Quiero más bien reformularla desde el único lugar en el cual puedo realmente actuar. Y esta aquí justamente mi invitación desde el Coaching hacia la política, esa política que busca el bien común y que todos anhelamos. Cambiar el LES por el NOS.

En vez de preguntarnos, ¿qué les pasa a los peruanos?, atrevernos y mirarnos unos a otros, mirarnos nosotros mismos frente al espejo y preguntarnos:

¿qué nos pasa a los peruanos?, ¿qué me pasa a mí cómo peruano ante la situación que veo, que vivo, que quiero?

Cuando nos involucramos en la pregunta comienzan a surgir interrogantes cómo qué hemos hecho o dejado de hacer para que en un país que pasa por un momento positivo económicamente aún un porcentaje tan grande viva al margen de esta bonanza. Qué he hecho o dejado de hacer para que el mismo modelo y los principios que creo son saludables para mi país sean rechazados por un grueso enorme de la población que prefiere apostar por un cambio porque el aparente estado de bienestar que unos gozamos no es la ley general para todos los que como nosotros son también peruanos.

Y me cuestiono desde detalles tan cotidianos como la típica molestia que uno experimenta cuando al ingresar a un baño público encuentro por ejemplo que no han hecho correr el agua en el retrete. Y uno se molesta, yo al menos me molesto, y me pregunto, ¿pero cómo es posible que no jalen el agua?, ¿no tienen acaso educación?... y cuando me doy el tiempo de responderme a mi pregunta-enojo, caigo en la cuenta de que no… justamente todos los peruanos no tenemos el mismo derecho y acceso a la educación. Y podemos ir más allá, muchos peruanos no tienen ni agua potable ni servicios higiénicos completos por ende el “jalar la bomba” no es ni siquiera una alternativa. Si yo crecí utilizando una letrina o un baño sin agua potable, simplemente nunca aprendí que se podía jalar la bomba cada vez que utilizaba el baño.

Y ejemplos seguro encontraríamos miles. Algunos deben conocer que tuve ocasión de ser miembro de mesa en estas pasadas elecciones. Y dentro de los votantes que pasaron por mi mesa habían personas que a las justas podían escribir su nombre. Y estamos en un distrito que se podría definir como “pudiente” en plena capital, podemos imaginar acaso lo común de esta realidad en la mayoría de pueblos de nuestro país. No saber escribir tu nombre, o escribirlo con muchísima dificultad, no conocer cuál es tu dedo índico ni tampoco el medio… o ver llegar a una señora enyesada que no podía caminar y vino con un esfuerzo tremendo con muchísimo dolor y sin muletas. Unas simples muletas habrían cambiado completamente la experiencia de convalecencia de esa señora. Y este es nuestro país, por eso mi invitación a cambiar el “les” por el “nos”. Todos podemos hacer algo, no es necesario ser “político” activo para involucrarnos en la política, en la búsqueda del bien común. Si no entendemos porque tanta gente apoya una opción tan poco “lógica” para mí; al menos detengámonos a ponernos un momento en sus zapatos. No invito con ello a cambiar nuestra postura, pero si al menos a ir un paso más allá de la tolerancia, llegar a la comprensión y mejor aún, pasar a la acción.

Y esta invitación de cambiar el “les” por el “nos” es aplicable y SALUDABLE para muchísimos aspectos de nuestra vida, más allá de esta contienda electoral. Cuando se me inunde la cabeza de pensamiento del tipo: “¡¿pero qué le pasa mi pareja?!”, “¡¿pero qué le pasa a mi jefe?!”, “¡¿pero qué les pasa a mis padres?!”, “¡¿pero qué le pasa a mi hijo?!”, estemos atentos. Porque estamos colando en el exterior algo que parte del interior. No podemos ni cambiar ni “arreglar” a nuestro jefe, madre, padre, hijo, pareja, amigo, etc. Principalmente porque las personas no necesitamos ser “arregladas” y además porque nadie cambia a nadie. Las personas cambiamos, crecemos, actuamos diferente porque así lo decidimos. Por ende, sale mucho más a cuenta preguntarnos que nos está ocurriendo a nosotros, de qué manera estamos contribuyendo con el problema, qué queremos y estamos dispuestos a hacer de manera diferente.

Sueño que esta ola de involucramiento político que hemos vivido estas últimas semanas se convierta en la gasolina que necesitamos para que todos, sin importar nuestros color, olor o sabor, nos atrevamos a hablar en primera persona y hagamos cosas porque nuestro país sea el país que queremos para todos.

Cambiar el “les” por el “nos”. Involucrarnos, y al hacerlo estaremos en mejores condiciones de comenzar a reconocer el problema y ACTUAR.

¿Me atrevo?

Y para aquellos que si quieran una pregunta para movernos de la reflexión a la acción:

Si abrazamos la idea de que la política es la búsqueda del bien común, ¿qué quiero hacer a partir de hoy de manera diferente?

Comentarios

  1. Muchos sólo se quejan, pero cuantas personas hacen algo para mejorar sus entornos? la generación joven (18-35 año) debería involucrarse más en la política en vez de ser espectadores, no corriendo como congresista, pero informandose sobre las leyes (actuales y nuevas) que afectan al país, a su distrito, involucrandose en obras sociales, en su pais entero, no sólo de su burbuja... Es fácil quejarse, pero que difícil es actuar o por lo menos tener la responsabilidad de estar informado objetivamente para tomar las decisiones correctas para todo el Perú.

    ResponderEliminar
  2. Muy cierto Andrea, el problema me parece está en que muchas veces no vemos o no entendemos lo que le pasa o piensa otra gente; y creo que nunca se va a entender hasta que uno mismo este involucrado en eso o por lo menos haga un ejercicio mental de ponerse en los zapatos de la otra persona

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Te invito a no tener ninguna resolución ni meta para el 2024

  ¿ Y si para este 2024 abandonamos las  famosas  resoluciones de   nuevo año  y las ansiadas metas para el año que inicia?   ¿ Qué tal si nos atrevemos a cambiar esas grandes  apuestas y buenas intenciones  por compromisos  concretos,  acciones  pequeñas, rutinas sencillas y asequibles  y nos animamos a  ejecutarlas con disciplina y amorosa consistencia?     James Clear, autor de #AtomicHabits es contundente al evidenciar (en base a la investigación y la práctica) que las metas no son las que mueve la aguja de nuestras vidas y de nuestros resultados; sino más bien la consistencia con que ejecutamos aquellas acciones concretas, cotidianas que se insertan y constituyen el ADN de nuestro día a día.    Te invito entonces, y me autoinvito, a practicar una apuesta humilde e inteligente: abandonar las resoluciones y las metas. Y definir una acción pequeña, concreta, que se alinee con algo importante y valioso para uno. Y ser osados en su ejecución consistente.    “Never miss twice” (nunca fa

El Buitre, el Murciélago y la Abeja

Esta semana recibí gracias a dos generosos envíos (Lucero y Ale) tres interesantes historias que dicen así: El Buitre Si pones un buitr e en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que esté completamente abierto por la parte superior, el ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto.  La razón es que el buitre siempre empieza su vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros.  Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo . El Murciélago El murciélago vuela por todos lados durante la noche. Una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se le coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda, dolorosamente, hasta alcanzar un sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar hacia el aire. Entonces, inmediatamente despega . La Abeja La abeja,

“Usé todo lo que me diste”

Cuando me presente ante Dios al final de mi vida, espero no tener ya ni un ápice de talento  y poder decir: “Usé todo lo que me diste”.   Esta frase la tengo en un lugar especial de mi oficina, muy cerca de mi escritorio de trabajo. Refleja un pensamiento, una emoción, una convicción que anhelo tener presente en mi día a día…   Hace un par de semanas recibí la noticia de que un tío muy querido finalmente descansaba, ya estaba delicado y habían sido muy duras sus últimas semanas… me dio pena, pero fue una pena calma pues me reconfortaba saberlo en paz, descansando, habiendo partido rodeado del amor y cuidado de su familia… además había tenido la suerte (y decisión) de visitarlo un par de meses atrás y poder pasar una tarde feliz con él, compartiendo, riendo, despidiéndonos aún sin que lo dijéramos…    Además, al pensar en su vida pensaba en una vida plena, vivida siempre con amor, con generosidad, con la fortuna de envejecer junto a su esposa querida, ver nacer y crecer a sus nietos… ha