Hoy el Perú entero ha estado pendiente de los resultados de la segunda vuelta de nuestras elecciones (en mi caso he recibido el flash desde mi lugar como miembro de mesaNº 239946). Aproximadamente el 50% de los peruanos siente gozo y alegría, y el otro 50% una profunda preocupación e incluso desolación. Y ante este escenario, con mis propios sentimientos de por medio también, una historia ha venido a mi mente y aquí la comparto con Uds.
“Sucedió una vez que Noé habiendo ya terminado la construcción de su barca recibió el encargo de invitar a tres familias que habían colaborado en su construcción a que subieran a bordo. Llegó así la familia del señor Ludovico, subió luego la familia de la señora Amatista y finalmente la familia del señor Artisan. Las tres familias venían con muchos sentimientos encontrados, ¿sería esta la mejor decisión, o mejor quedarse en tierra y no arriesgarse en esta aventura?, ¿sería Noé el indicado para llevarlos a un lugar seguro?, ¿cómo verían los demás que sólo ellos subieran a la barca?
Lo cierto es que ya estaban allí, las tres familias y compartían la misma. Una misma barca, una única barca que los llevaría a todos al puerto, ¿pero cuál sería ese destino?...
Y los primeros días en la barca no fueron sencillos, no había información suficiente, habían muchos mensajes contradictorios, había mezcla de temor, esperanza, incertidumbre, temor… Ludovico y su familia comenzaron a pensar que ya estaban perdidos, y que nada se podría ya hacer, que finalmente seguramente terminarían perdidos en la inmensidad del mar, estos pensamientos llenaron de angustia y tristeza su corazón. Se fueron a la bodega del barco y se echaron a llorar allí.
La señora Amatista y su familia tenían dudas y preocupaciones también. Amatista pensó entonces: ¿puedo bajar en este momento de la barca?... quizás sí, podría lanzarme, robar un bote salvavidas… pero, ¿quiero hacerlo?, ¿quiero abandonar esta barca que ayudé a construir? Se respondió que no, que no quería abandonar su barca y este pensamiento infundió valor a su corazón. Con esta convicción busco a su familia y les propuso ponerse a trabajar de inmediato en esta aventura, se organizaron y se repartieron tareas y así comenzaron a pasar los primeros días.
La tercera familia, Artisan y compañía pensaron que había sido injusto que ellos terminaran ahí. Que no se lo merecían, que merecían un futuro mucho mejor. Estos pensamientos llenaron de rencor su corazón y comenzaron a sacar los tornillos de la barca presos de su propia frustración.
Resultó entonces que a la segunda semana la barca comenzó a zozobrar, entre todas las lágrimas vertidas por la familia del señor Ludovico que se habían echado al abandono en la bodega y todos los pernos que sacaron Artisan y compañía, el casco comenzó a zozobrar. La Barca había sido construida con los mejores materiales y los más maravillosos recursos, pero no podía contra estos ataques que venían justamente desde su propio interior.
Amatista y su familia no podían creer lo que veían, sus compañeros de viaje se habían abandonado a la tristeza y a la frustración y ahora el futuro de todos se desmoronaba a pesar de los muchos esfuerzos que ella y su familia realizan por botar el agua que ingresaba por montones cada vez con mayor fuerza.
Finalmente…”
¿Quisieras saber lo que ocurrió finalmente?...
Nos invito a todos a que escribamos nuestro propio final de esta historia. ¿Qué queremos que ocurra con esta hermosa barca y estas familias?
Y si trasladamos la mirada hacia nuestro interior, ¿a qué familia me asemejo en mi momento actual?, ¿qué tipo de pensamientos estoy albergando?, ¿a qué tipo de conductas me llevarán esos pensamientos?
Nuestros pensamientos despiertan sentimientos (y viceversa) y ambos promueven conductas que finalmente tienen consecuencias. Cuidemos cada día los pensamientos y sentimientos que albergamos para que nos lleven a todos los que compartimos una misma barca al mejor puerto.
En clave de Coaching:
¿A qué puerto anhelo llegar y qué haré a partir de hoy para cuidar la barca en la que viajo actualmente?
Buena historia, me parece genial ponernos a pensar que todos estamos en el mismo barco y debemos remar en la misma dirección...
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