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¿Y quién es el burro?...


Algunos días atrás, par de semanas tal vez, tuve la gran alegría (con cuota de suerte) de encontrar en una de las librerías de Lima, un libro que había esperado mucho por llegar a leer: “El Principito se pone la Corbata”. Su autor es una de mis personas favoritas en el mundo: Borja Vilaseca. Compañero de aventuras y gran maestro de vida. Y este hermoso libro llega a mí justo en un momento en el que estoy retomando con fuerza uno de mis mayores placeres: la lectura. Y lo estoy disfrutando en grande. Encontré allí una historia que me gustaría hoy compartir aquí con Uds.
Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar y conocer el mundo. Así, se fueron los tres con su burro.

Al pasar, por el primer pueblo la gente comentaba:
"Mira ese chico mal educado; él arriba del burro, y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas."
Entonces la mujer le dijo a su esposo: no permitamos que la gente hable mal del niño.
El esposo lo bajó y se subió él.

Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:
"Mira que sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima."
Entonces tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:

"Pobre hombre. Después de trabajar todo el día, ¡debe llevar a la mujer sobre el burro! y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!"
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:
"Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, ¡van a partirle la columna!"
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.

Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:

"Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos”.

Al leer esta historia me quedé pensando en la cantidad de ocasiones en que he buscado (con mayor o menor consciencia) obtener la aprobación de las personas de mi entorno (llámese familia, amigos, compañeros, etc.) Y lo increíble es que como un cachorrito cuando intenta morderse la cola, nada más buscar esa anhelada “aprobación”, solemos terminar cayendo en un círculo vicioso donde nunca llegamos a satisfacer plenamente al otro y menos aún nos damos satisfacción, abasto, cariño, a nosotros mismos.
Me pregunto por lo  mismo quién es realmente el burro en esta historia, me animo a pensar que en todo caso el burro al tener menor evolución consciente seguramente será el mayor inocente de la trama. ¿Qué pasa por nuestra cabeza cuando en vez de preguntarnos hacia el interior: qué quiero, qué me conviene, qué busco obtener, de qué manera esta acción/decisión tendrá un impacto positivo para mí… etc. miramos al exterior en busca de aprobación?
Borja nos propone muchísimas herramientas para salir de esta trampa, entre ellas, una de mis favoritas: aprender a autoabastecernos emocionalmente. Es como si nos permitiéramos abrazarnos a nosotros mismos, darnos el cariño y aprobación que válidamente anhelamos y con este darnos cariño incondicional hacia nosotros mismos, comenzamos a vivir más libremente y por ende a relacionarnos mejor con las personas de nuestro entorno. Puede impresionar como una práctica “egoísta”…. pues implica mirar primero hacia nuestro interior, satisfacer nuestros propios anhelos, deseos. ¿Y no será que la única forma de practicar la verdadera generosidad, aquella totalmente desinteresada, no requiera primero ser capaces de autoabastecernos emocionalmente? O caemos en pasar factura por nuestros actos de generosidad, o más aún, frustrarnos, enojarnos cuando no recibimos la gratitud esperada.
Mi invitación esta semana es a que desconfiemos de nosotros mismos cuando descubramos que estamos cayendo en la actitud de la familia que viajaba con el burro. ¿estoy mirando más al exterior que a mi interior?, ¿me preocupo más por el qué dirán, que por cómo me siento, qué es lo quiero, y cuánto me aleja o acerca esta acción de aquello que anhelo?
Para movernos a la acción:
¿cuándo y en qué contextos suelo caer en la trampa de la familia y el burro?
¿qué haré para procurar autoabastecerme emocionalmente?
Y para terminar nos invito a todos a darnos un autoabrazo (verán que es rico autoabrazarse). Quienes están en la oficina o en un lugar público y no quisieran caer en parecer un poco locos, pueden hacerlo al menos mentalmente.
Buena semana!

Comentarios

  1. Andre! me encantó este post...compraré el libro!
    Coincide este relato con algo que estoy tratando de superar y me reconforta mucho haber leído tu post.
    Iré corriendo el fin de semana a Crisol.
    Un besote!
    Kapouskita :)

    ResponderEliminar
  2. Que lindo pasaje escribiste!!! es justo por lo que yo paso (desde que naci...creo...jejeje) como autoabastecernos emocionalmente?? buena pregunta, sera la meta de la semana.
    Pregunta: Que pasa cuando, simplemente no sabes para que es uno bueno o cual es esa actividad que realmente hemos nacido para hacer?? muchos dicen que la respuesta esta en el corazon propio, pero y que? cuando no lo puedes encontrar?? algun consejitooo?
    En verdad felicitaciones! me encanto lo que escribiste, te seguire leyendo.

    ResponderEliminar

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