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Una Mirada



¿Qué pensarían si les dijera que “una mirada amable puede cambiarte el destino”?. ¿Me creerían?, o algo se revela en su interior ante tamaña posibilidad. Una mirada con el poder de cambiar el destino. Nuestro destino, el destino de aquellos que se cruzan en nuestro camino. Pues Tim Guénard, quien sobrevivió a una infancia de abandono y maltratos, que pasó por la cárcel, camas de hospitales, y hogares adoptivos, así lo afirma y yo le creo. Le creo porque al leerlo he recordado las muchas ocasiones en que una mirada me ha transformado algo en el interior, y seguramente muchas de esas transformaciones han ido labrando mi destino.
La historia (el destino) de Guénard comenzó a cambiar un día en que alguien lo miró como un ser humano, como una persona, y no como una pieza, un fastidio, un estorbo, o peor aún, cuando simplemente nadie lo miraba porque no había nadie que se preocupara por él. Y al leer esta historia comencé a preguntarme de qué manera miraba yo a las personas, y sentí una responsabilidad enorme por el poder que todos tenemos en poder mirar a alguien desde el sentido más básico de reconocimiento: existe, te miro, te saludo, te reconozco; hasta expresar sentimientos a través de la mirada: gratitud, amor, alegría…
Tengo la suerte de haber crecido en una familia donde desde chiquitos aprendimos a saludar. Podrá parecer algo muy obvio pero al crecer fui reparando en que no lo era tanto. Siempre vi a mi mamá saludar a todas las personas que se cruzaban en su camino, y no como una mera formalidad, sino con una sonrisa y con unas palabras que siempre denotaban respeto y una cuota de alegría. Así, aprendí también yo a saludar, quizás primero por imitación y luego ya por propio disfrute personal. Eso me ha valido (entre otras muchas cosas buenas) el hacerme siempre amiga de aquellas personas que alguien muy sabiamente llamó hace poco en una reunión “los invisibles”, personas que ayudan en la limpieza, en la seguridad, en las porterías, y cuya existencia a veces damos por sentada y asumimos en ocasión forman parte del mismo edificio donde nos encontramos. He tenido la suerte así de haber “mirado” a muchas de esas personas y hoy darme cuenta que sí, toqué sus vidas de una manera positiva así como ellos me tocaron a mí. Siempre había pensado que tenía mucha suerte porque con mucha frecuencia me topaba en el trabajo y lugares similares con personas muy amables todas ellas, y ahora reparó en que el “mirarlas” el reconocer que existen hace que todos estemos en mejores condiciones de sacar nuestros recursos.
Debo obviamente agradecer públicamente a mi mamá por haberme enseñado no a saludar, sino a reconocer la presencia, la existencia de las personas que están a nuestro alrededor. Y me desafía también, porque quizás a veces por la rutina, la premura, etc. estoy dejando de “mirar” a mí alrededor. Recordar las experiencias positivas es una excelente forma de motivarnos a repetir las conductas que queremos.
Me ocurrió la semana pasada que dejé lavando mi auto (estaba realmente sucio y sabía que el chico al que le pedí el encargo estaría haciendo un esfuerzo especial), y luego de haber realizado algunas compras en el Centro Comercial reparé que no tenía efectivo, y no solo eso, sino que había olvidado mi tarjeta de débito y por ende no tenía posibilidad de sacar dinero del cajero. Había utilizado mi tarjeta de crédito para comprar pero con ella no podía cancelar el servicio de lavado. Era viernes y estaba muy lejos de mi casa, cerca a mi lugar de trabajo. Imaginaba la cara del chico si le decía que no podría pagarle, le podría asegurar que volvería el lunes pero era viernes y pasaría todo el fin de semana sin el pago por su trabajo. No sabía qué hacer, quería pedirle prestado a alguien, ¿pero a quién?, no conocía a nadie por esos alrededores.
Decidí como manotazo de ahogado probar suerte en el Banco y consultar si con mi tarjeta de crédito (sin tener la clave para ello) podrían ayudarme a retirar dinero. Sabía que la respuesta sería que no pero igual decidí jugármela. Hice toda la cola pensando que me tocaría una persona amable y que me ayudaría. Cuando llegué a la ventanilla hice la consulta y la respuesta fue rotunda, “no es posible, sin la clave no podemos ayudarla”. Insistí, nada. Le expliqué la situación del chico que estaba afuera esperando que le pague, pero no era posible, el procedimiento no lo permitía. Me surgió entonces apelar a la persona, y le plantee previo advertirle que estaba en todo su derecho de simplemente decir que no y yo entendería totalmente, si me podía prestar el dinero para pagar al chico y yo regresaría a pagarle el día lunes.
Me miró, me sonrío y me dijo claro: busco en su cartera y me prestó el dinero. Yo no lo podía creer, saqué mi fotocheck para que tomara mis datos pero me dijo que no era necesario: “yo confío en ti”, mientras me miraba. Qué sensación tan increíble. Su nombre era, es Eva Cueto.
Y mi invitación es a que nos atrevamos a “mirar” a las personas, en casa, en el trabajo, a aquellos con quienes interactuamos todo el día pero también a quienes parecieran “invisibles”. Todos tenemos el poder de tocar vidas. ¿Cómo quiero utilizar ese poder?, ¿qué mensaje quiero transmitir a través de la forma cómo miro a los otros?, ¿Me permito mirar a los ojos, o prefiero la seguridad de mirar hacia otro punto?
Para todos aquellos que quieran conocer más de cerca la historia de Guénard les dejo el link con la entrevista:
Imaginemos cómo debe haber sido la mirada de ese mendigo que le dio cobijo a Guénard en su banca o de ese policía que a pesar de llevarlo a la cárcel lo trato como a una persona de verdad. ¿podremos mirar así?, ¿queremos mirar así?
¡Estamos todos invitados!

Comentarios

  1. Me gustó mucho este aporte, pero la foto no, encuentro que es una mirada muy dura, y quizás está muy de acuerdo con lo que ella pasaba, me hubiera gustado más una mirada que me enseñara a mirar con amor, con serenidad.
    El agradecimiento que haces a tu mamá me emocionó, y es que aveces los padres creemos que los hijos no observan nuestras actitudes, y mira que nos damos con sorpresas.
    Queca Espinoza desde Lima-Perú

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