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To Do List


Tengo la sensación de que vivimos cada vez más en el mundo del “to do list”, enlistamos nuestros pendientes en el trabajo, pegamos en el refrigerador la lista de las compras, algunos incluso al inicio de año dedican también un tiempo para escribir las famosas resoluciones de año nuevo. Me confieso también usaría común de las “to do list”, y creo que tiene su encanto el enlistar aquello que requerimos o anhelamos hacer y luego ir haciendo los famosos “check” que nos van dando la sensación de alcanzar una meta, reducir un pendiente, etc.  Confieso también que me inquieta un poco el saber que hay personas que tienen su vida entera puesta en un “to do list”. Me asusta que un día les ocurra algo bueno pero al no haber estado en su lista de metas dejen pasar la oportunidad de simplemente disfrutarlo y gratificarse.
En estos últimos días y hoy en especial, el tema de la felicidad, me ha venido asaltando por distintos medios: la felicidad de encontrar o mejor dicho que nos encontrara un cuadro que estábamos buscando, una revista dedicada por entero al tema de la felicidad, un taller de trabajo donde la felicidad estaba totalmente invitada y bien recibida, escuchar hoy a Gastón Acurio en Máster Chef Perú hablar de su sueño en el que todos los agricultores de nuestra papas nativas vivan felices y sigan brindando felicidad al mundo con tan bello tesoro… en fin, podría seguramente seguir y seguir.
Y se me cruzan así estas dos ideas, las famosas “to do list” (para quienes aún logran vivir vírgenes al influjo del inglés la traducción más feliz podría sería “lista de pendientes”), y este concepto tan deseado y a la vez tan escurridizo de la felicidad. Para saber si somos felices o no, seguramente tendríamos primero que retroceder un paso, ¿qué significa para nosotros la felicidad?, ¿qué significa para mí la felicidad?. ¿Es un estado, una meta, una forma de vivir…? Viendo hoy a Carrie Bradshaw en Sex and the City, la primera película, en un momento de sinceridad con ella misma reconocía cómo en la emoción de su matrimonio con Mr. Big había terminado por olvidar lo más importante: Mr. Big y había estado girando exclusivamente en torno a ella y todo lo que la locura de Boda. Para quienes vieron la película sabrán que este pequeño detalle ocasionó que el famoso Mr. Big la dejara plantada el día de la Boda (aunque luego llegaría igualmente un final feliz).
Aunque en la vida real no suele suceder que en menos de 90 minutos los seres humanos nos damos cuenta de nuestros propios errores y el universo no suele tampoco cooperar tan rápidamente y el final feliz tampoco suele llegar siempre. Me preguntaba justamente si no será que nos puede ocurrir que buscando la ansiada felicidad terminamos por olvidar lo más importante: SER FELICES.
Y esa es justo mi propuesta. Que incluyamos en nuestra “to do list” la más importante de todas las tareas: “ser feliz”. La revista a la que hacía alusión (Galería edición especial de Julio) de cierra su entrega con una cita anónima que me encanta: “Ser feliz no significa que todo sea perfecto. Significa que has decidido ver más allá de las imperfecciones”. Es tan fácil caer en la falacia de que seremos felices “cuando… me gane la lotería, me den un ascenso, me suban el sueldo, me mude solo/me mude con, me case, me enamore, me vuelta independiente, me dedique a lo que me gusta, me vuelva flaca, me compre un vestido nuevo/un PlayStation, un IPhone, y un largo etc. ¿Y qué hacer con el interín?, ¿ponemos en stand by nuestra capacidad de ser felices?, y aún más duro aún, ¿qué sucede cuando algo de ese “cuando…” llega y sigue habiendo la sensación de vacío al interior. ¿No será que a veces equivocamos el camino?
Un paso importante es atrevernos a contestar la pregunta: ¿qué es la felicidad para mí?, y atrevernos también a cuestionar nuestra respuesta. ¿Mi definición de felicidad deja la responsabilidad en el exterior, o me empodera?, ¿incluye los peligrosos “cuando…”? Todos tenemos la posibilidad de comenzar a correr la cortina que a veces nos empaña la vista y comenzar a ver un presente mucho más colorido, incluir una sana decisión de ser feliz en mi to do list. Priorizamos las cuentas por pagar, los pendientes del trabajo, las compras, ¿y nuestra felicidad? Aquellas cosas que nos llenan el alma, las cosas que nos mueven, que nos ilusionan, que nos energizan, ¿les dedicamos tiempo?
 Muchos de nosotros somos sumamente eficientes en nuestro trabajo, en nuestro quehacer diario. Qué tal si trasladamos esa eficiencia para la mayor de las empresas a las que podemos aspirar: “ser feliz”. Disfrutar del camino, vivirlo plenamente. Hoy en especial, luego de ver el noticiero me queda nuevamente diáfano cómo el agua el saber que no tenemos ni por asomo la vida comprada.
¿Cómo elijo vivirla?
¿En qué momentos, con qué personas, con qué acciones me siento verdaderamente pleno?
¿Cómo haré para incluir en mi “to do list” la más importante de las tareas?

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