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Fairy Tale or Real Life (Cuentos de Hadas Vs. La Vida Real)




Me preguntaba hace poco qué tienen que común los cuentos de hadas con la vida real… Seguro más de uno sonríe ante esta pregunta. “Son lo contrario” dirán algunos, es un “chiste cruel” podrán opinar quienes estén o estemos un poco más rebeldes o atravesando algún momento que no sea nada color de rosa. Y sí, comparto, a primera vista no parecieran tener nada en común. Así y todo, con un poco de insistencia, llegué sí a encontrar al menos dos puntos en común: en ambos (en los cuentos de hada y en la vida real) hay siempre una historia de amor (hasta el más reacio reconocerá que alguna vez ha amado, se ha sentido querido) y por otro lado tenemos siempre alguna tragedia/capítulo medio oscuro, quizás negro tanto en los cuentos como en la vida real.  ¿Suena fuerte? Revisemos juntos.

En todos los cuentos de hadas ocurre alguna desgracia, entre lo más clásico como “Blancanieves”, la blanca y bella protagonista es envenenada por una bruja envidiosa, para desesperación de los simpáticos enanitos. Una versión no moderna ya, pero si un clásico más reciente, la encantadora “Bella” cae en garras de un monstruo, quien luego le da la libertad a costa de la libertad de su amado padre. Toda una Bestia ese famoso monstruo. Y a pesar de toda esa tragedia hay espacio siempre para el amor, el Príncipe rescata a Blancanieves del sueño profundo, el corazón de la Bestia se derrite apunta de ternura y terminan juntos y felices.

Ahora vayamos a lo que ocurre en la vida real. Momentos difíciles, ¿quién no los ha vivido? La pérdida de un ser querido, una crisis laboral, la ruptura de una relación, la pérdida de un sueño y podríamos seguir con un largo etcétera (al igual que momentos felices tengo la fuerte intuición que existen tantos momentos difíciles como seres humanos existen en la tierra con sus respectivos miles de momentos. No podemos nunca asumir qué es o no es doloroso para otro ser humano, máximo respecto a nosotros mismos). Y ahora los momentos de felicidad, aquí la lista también nos sería eterna: el nacimiento de un hijo, nuestro matrimonio, una visita inesperada, el reencuentro con un ser querido, un abrazo largamente anhelado, un regalo maravilloso, la consecución de un sueño.

¿Cuál es la diferencia entonces? Porque algo nos dice que la vida real poco se ajusta a los cuentos de hadas, y hoy me gustaría compartir con ustedes mi hipótesis sobre el punto encuentro hace la mayor diferencia. En los cuentos de hada solemos tener un tiempo lineal, un inicio (nos muestra algo bello, tranquilo pero bello, Blancanieves recogiendo flores por el campo con los enanitos), luego viene la tragedia (la bruja irrumpe en escena y envenena a la inocente Blancanieves), finalmente el final feliz (el Príncipe aparece en escena y todo lo malo anterior desaparece).  Inicio, nudo y fin. Y allí queda. Mientras que en la vida real el tiempo que manejamos es todo menos lineal, más bien es un tiempo circular. ¿Cómo así? Sucede que en muchos momentos de nuestra vida podemos sentir que atravesamos este suave inicio, este preámbulo, luego ocurre algo muchas veces inesperado, tormenta, momento, etapa, años de dificultad, para luego dar paso al arcoíris y sentimos obviamente muchísima felicidad. Sucede solamente que la historia no termina allí.  

Este tiempo circular implica que muchas veces (la mayoría tiendo a pensar) luego de esa maravillosa felicidad vuelve de nuevo un nuevo preámbulo, un nuevo desafío, una nuevo periodo en el que se nos desafía en todos los sentidos y salimos de allí sabiendo, aprendiendo y anhelando llegar nuevamente al arcoíris que viene luego de la tormenta. Y para mí, esa es justamente la esencia de la vida. No es solo un 1, 2 y 3 final feliz. Es un constante construir, aprender, caerse, volver a levantarse, no olvidar lo que tuvimos antes ni lo que vendrá después, así estemos en el ojo de la tormenta. De nosotros depende sí que cada uno de estos tiempos circulares nos agarren exactamente igual, o más sólidos como personas, más afiatados en nuestros valores, más llenos de amor de todo el cariño recibido y dado.  Puede que en la vida me toque caerme dos veces (o muchas más) pero de mi dependerá que cada una de estas caídas me deje un aprendizaje nuevo, una nueva forma de ver la vida, ensanches también mi capacidad de disfrutar y apreciar lo que más amo en la vida.

Y no puedo, o mejor dicho no quiero, dejar de mencionar otra característica que comparten los cuentos de hadas y la vida real. Los amigos. Llámense 7 enanitos, o todo el staff convertido en enseres que vivían en el castillo de la bestia, el reloj-mayordomo, la tetera-ama de llaves con el pequeñín tazita. En todas las historias, en todas nuestras historias, aquellas personas a las que queremos, aquellos que nos quieren juegan un rol protagónico. Mi gratitud desde aquí a todos esos seres queridos que son mis ángeles en la tierra: mi familia y amigos, incluso algunos desconocidos que seguramente también alguna vez han tocado mi vida quizás sin saberlo. Qué importante cuidar a esos seres queridos, justamente porque cuando pasamos por esos ojos de tormenta muchas veces son ellos los parantes de los que nos sujetamos hasta que pase el vendaval.

Elegí para ilustrar esta entrega la imagen de Shrek justamente porque fue el primer “fairy tale” (que yo recuerde al menos) donde el final feliz fue totalmente inesperado. La princesa Fiona al recibir el beso del amor y adoptar la forma de su verdadera esencia no queda convertida en la bella princesa (bella y karateka además), sino que se queda con el cuerpo de ogra. Un final feliz sin belleza, ¿es que era eso posible? Pues resulta que sí, y mucho, y varias veces en la vida real. La mayoría seguramente. Y qué peligro si juzgamos nuestros momentos de final feliz en base a aquello que creíamos debería ser y no la belleza que es. ¿Nos aferramos a la idea y dejamos de disfrutar de ser feliz con los muchos momentos de plenitud que tenemos en nuestra vida solo porque no se ajusta el molde que quizás quedaron grabados en nuestra mente los muchos cuentos de hadas?

Así, dos grandes invitaciones en esta entrega:

¿Reconozco en mi vida la presencia de estos tiempos circulares y me permito recordar y proyectar los “finales felices” incluso cuando estoy bajo el ojo de la tormenta?

¿Me permito disfrutar y apreciar los finales que vivo, por la plenitud y crecimiento que me brindan, más allá de la “estética” o aquello que según nuestra mente “debería ser”?

Así en clave de Coaching para aquellos que aceptemos el desafío de vivir de la forma más plena nuestra “vida real”:

¿Qué aspecto de lo que estoy viviendo no puedo cambiar?
¿Qué aspecto de lo que estoy viviendo no quiero cambiar?
¿Qué haré diferente para aprender a apreciar este momento que estoy viviendo?

Y para quienes logren gestionar su agenda (en caso deseen) para darse un par de minutos más, les dejo este video de Shrek. Sonreír siempre nos hace bien.



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