Primera
entrega del 2012! Qué ilusión tener por delante todo un año enterito con días
por estrenar, por llenar de momentos memorables, de suaves alegrías; hoy en el
trabajo alguien al verme comentó: “sí que
estás contenta” y mi respuesta salió antes incluso de que me diera cuenta:
“si es un nuevo año”. Lo cual no
quiere decir que no hayan desafíos, penas, retos, es simplemente una elección
consciente de buscar ver el medio lleno antes que medio vacío. Así el contexto
se nos ponga duro (siempre suelo decir que la competencia –la habilidad- se
evidencia no cuando las cosas fluyen de manera fácil, sino justamente cuando
las papas queman).
Y para
esta primera entrega quiero prestarme una experiencia compartida por mi querido
mentor y admirado Coach, Juan Carlos Cubeiro. Quien luego de una visita al
zoológico de Valencia (Bioparc) con su hija Zoe relató la siguiente historia:
“Me ha interesado
especialmente la historia del rinoceronte Rómulo, que da
vueltas en círculos de 18 metros de diámetro sin
parar. Rómulo es un rinoceronte sureño de 33 años de edad. Tiene
la misión de “macho encelador”, para provocar a Cirilo, el otro
rino macho, más joven y procreador, que copule con Mayayi y Nombula, las
hembras de rinoceronte con quien comparte espacio en Bioparc. Rómulo nació
en un safaripark de Inglaterra, trabajó en
un circo ambulante y terminó en el antiguo zoo de
los Jardines de Viveros en la ciudad de Valencia, en una reducida
jaula que sólo le permitía dar vueltas en círculos de 18 metros. Cuatro años
después, vive en un recinto abierto, mucho más amplio, pero tiene
“estereotipado” ese movimiento inconsciente. Los cuidadores quieren
que desaparezca, cambiándole los objetos a su alrededor, como los troncos o
la arena, pero es en vano. Rómulo come adecuadamente, está sano pero,
respecto a su estereotipia, “existen pocas posibilidades de curación”,
según Miguel Casares, director técnico del Bioparc. Le quedan más de
40 años de vida, y así seguirá dando vueltas en círculos de 18 metros de
diámetro”.
Y al leer esta historia conecté inmediatamente con la
imagen bastante familiar que nos ubica en la proximidad de cada fin de año,
inicio de nuevo año, haciendo nuestra lista de proyectos, iniciativas,
compromisos, retos, etc. para el año que inicia. Más allá de poner por escrito
estas buenas intenciones, me atrevo a pensar que la mayoría al menos hemos
dedicado un par de pensamientos del tipo: “este año sí que… (gimnasio, dieta, equilibrio,
amor, etc, etc, etc)”. Y también me animo a pensar que nos pilla el fin de ese
año que se inició con tanta ilusión y muy pocos podemos hacer check en eso que
nos habíamos propuesto. ¿Y es que no resulta nada sencillo verdad? Llevamos años
de estereotipia, años de venir haciendo lo mismo, postergando el inicio de
nuestras buenas intenciones. Y es que resulta imposible incluir a esos nuevos
proyectos en nuestra vida si no dedicamos un tiempo previo a identificar y
atrapar a nuestros “Rómulos”, y me atrevo a pensar que todos los tenemos.
¿Qué rutina vengo practicando desde hace años luz que
se opone directamente a llevar por ejemplo una vida saludable? Si me quedo hasta la madrugada
todas las noches la probabilidad de despertarme temprano al día siguiente para:
desayunar sano, hacer ejercicio, no llegar tarde al trabajo, empezar más fresco
el día, etc, etc, es NULA. ¿Qué pensamiento me asalta cada vez que me
enfrento a una oportunidad? Si en cada ocasión que tengo la posibilidad
de hacer algo diferente mi pensamiento automático se parece a: “y si me
equivoco”, “y si nadie lo aprueba”, “y si defraudo al resto”, “y si no doy la
talla”, etc, etc, etc, la probabilidad de que incorporemos a nuestro repertorio
nuevas prácticas, experiencias, aprendizajes, etc, es NULA.
Por ende, encuentro que antes de pasar a nuestra lista
de proyectos, iniciativas, sueños, compromisos, hemos de dedicar tiempo a
identificar a nuestros propios Rómulos = temores, rutinas, hábitos, zonas de
confort. Para llenar la agenda de este 2012 de las cosas que anhelamos
profundamente antes tenemos que vaciarla de todo aquello que nos quita energía,
que nos distrae. El desafío está en poder identificarlo.
Imaginemos a Rómulo el Rinoceronte, está hace ya 4 años en un
lugar mucho más amplio, donde podría correr, retozar y sigue dando vueltas en
círculo, y peor aún, seguirá por 40 años más haciendo lo mismo. ¿Quiero eso
para mí?... ¿me ilusiona ser un Rómulo el Rinoceronte más?
Si tengo 50 años y mis 45 anteriores de los cuales
guardo memoria me comporté de manera temerosa, ¿tengo que seguir haciéndolo por
los próximos 50? Hoy alguien muy querido para mí hizo algo que le cuesta
horrores: fue al dentista. Si no me equivoco ha odiado al dentista toda su
vida, pero hoy decidió ser más grande que su temor y su animadversión. Hoy decidió
desafiar al Rómulo que todos llevamos dentro. Soy una convencida de que todos podemos hacerlo.
Y esa es la invitación desde Coaching Ahora para este
inicio de año:
¿Cuáles son los principales Rómulos de mi vida?
¿A qué Rómulos decido desafiar para comenzar a llenar
estos 363 días que nos vienen con mis principales sueños, anhelos, proyectos?
¿Con qué talentos personales cuento y en qué recursos
externos me puedo apoyar para identificar y desafiar a mis Rómulos?
Comentarios
Publicar un comentario