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Mis Manos




Hoy es un día de gratitud, ¿por qué?  Por el maravilloso hecho de existir. Y todos los días podrían ser días de gratitud, ¿imaginan qué dicha? (siempre que estemos “atentos” podemos encontrar un motivo para sentir gratitud).

Y pensando en la gratitud que hoy inunda mi corazón recordé uno de los textos más bellos que he leído alguna vez sobre este maravilloso sentimiento. Como bien sabrán (o imaginarán ya) una de mis grandes pasiones es la lectura. Novelas, artículos, ensayos, cuentos, todo vale.  Y en esta pasión me toca agradecer a mi abuela por su bella biblioteca de de historias románticas de las cortes europeas (se entiende ahora también mi inquebrantable espíritu romántico) y cuando fui creciendo descubrí la maravillosa biblioteca de mi querido Cocolo, con más libros de los que él y yo y muchos juntos podíamos leer. Mi gratitud y todo mi cariño para él por siempre.

Justamente en esa maravillosa biblioteca descubrí a Anthony de Mello, sacerdote jesuita nacido en Bombay en 1931, graduado en psicología y creador de maravillosos ejercicios espirituales, como esta invitación por ejemplo:

“Nada
ha cambiado,
excepto
mi actitud…
Por eso,
todo
ha cambiado".

(La Iluminación)

Me fasciné en su momento leyendo “La Oración de la Rana” (I y II), y cuando he vuelto a reencontrar esos textos años después sigo descubriendo aprendizajes maravillosos (tal cual me sucede con El Principito, mi libro de cabecera).

Pero me estoy dispersando. Decía que la más bella expresión de gratitud la leí justamente de este maravilloso sacerdote y hoy quería compartirla con ustedes. Se trata del extracto de un ejercicio de meditación donde se nos invita a reflexionar sobre la importancia que ha tenido en nuestra vida cada parte de nuestro cuerpo, tal si fuera una despedida (solemos esperar los momentos de despedida para recordar y valorar todo lo bueno no?). Y comienza por las manos…

“Comienzo por las manos:
las miro con atención
y pienso lo que han significado para mí:

Manos para orar:
para sostener mi rosario
y mi libro de oraciones,
para tocar con reverencia…
Manos que se unieron para pedir
y para adorar…
y para intensificar mi concentración…
¿Habría sido yo menos fervoroso
si no hubiera tenido manos con las que orar?

Manos para amar:
Pasan por mi mente innumerables recuerdos
de las veces que, gracias a mis manos,
pude exteriorizar mi amor a la gente
-acariciando… y consolando…
sosteniendo… y protegiendo…
animando… y comprendiendo…
¿Habría amado yo menos la creación
sin la ayuda de mis manos?

Manos para servir:
para lavar… y atender… y llevar cargas…
De no haber sido por estas manos,
no me habría sido posible
prestar mil formas de servicio.

Manos para la creatividad:
para cultivar el jardín… y para cocinar…
para pintar… decorar… hacer música…
Sin mis manos
¿habría sido mi vida menos alegre?

Manos para la supervivencia:
¡cuán constantemente las he usado
para comer, vestirme, lavarme y curarme…
para evitar caer, para eludir el pelibro…
para alcanzar las cosas que me rodeaban
y satisfacer mis necesidades…!

Observo el papel que mis manos
han desempeñado a lo largo de mi vida…
y me lleno de agradecimiento hacia ellas”.

(Anthony de Mello; El Manantial, Ejercicios Espirituales)


¿Puedo acaso decir algo más? A los que nos animamos a leer cada una de estas frases no solo en la cabeza sino desde el corazón, imagino compartirán conmigo la emoción de sentirnos llenos de gratitud. Qué diferente habría sido nuestras vidas sin nuestras manos, nuestros pies, nuestros logros, nuestras caídas. Así que hoy declaro para mí el 26 de febrero como mi día mundial de gratitud. Estamos todos invitados.

Y en clave de Coaching:

¿Qué motivos de gratitud experimento hoy en mi vida?

¿Con qué frecuencia me permito experimentar momentos de gratitud?

¿A quién/quienes me gustaría expresar mi gratitud?, ¿cómo lo haré?, ¿cómo me sentiré cuando lo realice?


Comentarios

  1. Gracias, nuevamente. Eres un farolito incansable en la vida de muchos extraños. Namaste

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