Sea lo que sea que necesites, “PÍDELO”.
Abandonemos de una vez la fantasía de que la otra persona, los otros en general,
pueden leernos el pensamiento y su exageración máximo: “si me quiere se dará
cuenta de lo que necesito”. No hay nada más perjudicial para cualquier relación
(amorosa, amical, familiar, laboral) que nuestra incapacidad (en ocasiones negativa
deliberada) a verbalizar aquello que necesitamos.
Esta una lección que personalmente demoré
en aprender y sigo siempre al pendiente de no olvidarla, porque es una receta
que no falla, que nos libera, nos deja mucho más sanos y felices. Como muchas
otras lecciones en la vida, no basta con aprenderlas una vez, uno tiene que
estar alerta, consciente para poder ponerlas en práctica en el día a día, en
muchos casos hemos vivido años bajo ciertos paradigmas o ciertos modelos que no
siempre nos ayudan a ser felices, por eso es bueno siempre recordarnos aquello
que aprendemos y, sobre todo, aquello que queremos vivir.
Por eso mismo hoy en mi casita nos
acompaña un nuevo cojín (tengo cierta
fascinación por los cojines y con este fue amor a primera vista). “Sólo quiero
un abrazo” dice el texto y se acompaña de la figura de un pequeño puercoespín. Y
es que hay días en que podemos andar así, como el puercoespín, listitos a
pinchar o con la sensación de que todo nos hinca desde el exterior.
Así, este cojín me sirve para recordar que
no importa lo sensible o insensible que me pueda sentir, si necesito un abrazo
lo he de pedir, con todas sus letras y con toda la vulnerabilidad hermosa que
nos da aceptar que necesitamos en muchos momentos de la otra persona. Que no
somos ni súper mujeres, ni súper hombres, sino seres de carne y hueso que
acertamos, nos caemos, y vamos muchas veces a ritmo de cha cha cha adelantando y retrocediendo en ocasiones algunos
pasitos. Lo mejor es el baile mismo, no la meta.
Aprovecho para compartir un breve ejemplo
que cita Laura Gutman en su libro “La maternidad y el encuentro con la propia
sombra” (imaginarán que estando en la
más dulce de las esperas muchas de mis lecturas, intereses e inquietudes giren
actualmente alrededor de este nuevo, misterioso y maravilloso mundo):
“…
daré un ejemplo: la madre necesita ser abrazada por el marido, pero en lugar de
hacer el pedido claramente, pide al varón que bañe al niño. El padre responde
con exactitud al pedido explicitado. Sin embargo, la madre queda insatisfecha (dejó
el baño mojado, la temperatura del agua no era la adecuada, el niño lloró,
etc.). En realidad su necesidad original (el abrazo) no fue formulada, por lo
tanto no pudo ser complacida”. Si bien
el ejemplo se circunscribe a un ámbito muy específico de pareja y paternidad,
lo cierto es que situaciones así las vivimos en muchos contextos y con
diferentes personas. Nos quedamos con necesidades insatisfechas, culpamos al
otro, reclamamos, y no nos hacemos responsables por verbalizar aquello que
necesitamos.
La invitación de esta entrega es a que
todos nos hagamos, física o mentalmente al menos, un cojín que nos recuerde
aquella lección que necesitamos tener presente. Dejemos de ponernos zancadillas
a nuestra propia tranquilidad y felicidad.
Y en clave de coaching:
¿Qué he de pedir para tener mayor
tranquilidad y bienestar en mi relación con….?
¿Cómo haré para recordar que quiero “pedir”,
“verbalizar” aquello que necesito?
Y
para quienes se hayan quedado como yo, enamorados del cojín, aquí el link donde
los pueden encontrar:
Es muy cierto el ejemplo Andre. Me ha pasado más de una vez! porque seremos de complicadas las mujeres, porque nos costará hablar y pedir, si suena tan facil!
ResponderEliminarBueno a ponerlo en práctica! a ver cuanto dura... espero que mucho.
Cariños,