Cuando me presente ante Dios al final de mi vida, espero no tener ya ni un ápice de talento y poder decir: “Usé todo lo que me diste”. Esta frase la tengo en un lugar especial de mi oficina, muy cerca de mi escritorio de trabajo. Refleja un pensamiento, una emoción, una convicción que anhelo tener presente en mi día a día… Hace un par de semanas recibí la noticia de que un tío muy querido finalmente descansaba, ya estaba delicado y habían sido muy duras sus últimas semanas… me dio pena, pero fue una pena calma pues me reconfortaba saberlo en paz, descansando, habiendo partido rodeado del amor y cuidado de su familia… además había tenido la suerte (y decisión) de visitarlo un par de meses atrás y poder pasar una tarde feliz con él, compartiendo, riendo, despidiéndonos aún sin que lo dijéramos… Además, al pensar en su vida pensaba en una vida plena, vivida siempre con amor, con generosidad, con la fortuna de envejecer junto a su esposa querida, ver nacer y crecer a sus nietos… ha
Comentarios
Publicar un comentario