Seguramente la mayoría de los que compartimos esta columna (quizás todos), hemos sentido en algún momento frustración… Ante un proyecto que no se cristaliza como esperamos, ante un trabajo que no llega nuestras expectativas, ante un jefe que me exige más de lo que quiero o puedo dar, ante una pareja que no se ajusta a nuestro propio ideal. Las razones pueden variar, la constante suele ser que la frustración viene cargada de una desazón, un bajón de energía, un cuestionarnos o teñirse negativamente otros aspectos de nuestra vida. Seguramente, muy pocos de nosotros (quizás ninguno) elegiríamos de manera voluntaria vivir en frustración. Pero experimentarla puede ser también un detonante para cuestionarnos, cuestionar nuestro entorno, y, por qué no, decidir algo al respecto que nos saque de ese lugar que ya no nos conviene, que ya no viene con nosotros. Hoy les propongo una receta muy sencilla para invitarnos a todos a salir de la pecera de la frustración y saltar hacia un nuevo lugar...