Tuve la suerte de trabajar un proceso de Coaching con una persona que me enseñó mucho durante el proceso (en realidad, cada uno de las personas con las que he tenido la suerte de trabajar me han dejado lecciones sumamente valiosas; esa es justamente una de las cosas que más disfruto del enfoque del Coaching, el enorme potencial que te permite ver/destapar/co-descubrir en las personas). Y hoy recordaba de manera especial una hermosa analogía que “Lucia” (me provoca aquí utilizar para esta persona en especial el nombre de Lucia) solía plantearse a sí misma como un recordatorio al momento de iniciar el día, cuando subía al auto. Primera acción: limpiar el parabrisas . Cierto es que Lima no es una ciudad que se caracterice por la lluvia (aquí creemos que llueve a mares cuando unas gotitas furiosas e incisivas arremeten contra nosotros mojando apenas la punta de nuestro cabello); y ella lo hacía como una forma de recordar que quería mirar desde su interior sin velos en los ojos, despejar l...