Siempre me han encantado los carruseles. De chica, de grande, con hijos… cualquier excusa vale. Pero la última vez, creo que la única que disfrutó fui yo. Ellos ya no querían.
Y me hizo pensar: a veces es difícil amar lo que nuestros hijos hacen o quieren, sobre todo si no se alinea con lo que esperamos.
Mi reto hoy es no quedarme en la reflexión, sino abrirme al reto de verlos decidir… y amar también lo que ellos eligen (incluso si eso es no querer “subir” o elegir “salirse” del carrusel…).
💡 ¿Qué pasaría si soltar el control fuera también una forma de amar?
PD. Wendy tiene un curso donde te comparte reflexiones muy potentes e ideas muy prácticas para Amar lo que Haces!
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