Hasta hace poco solía utilizar una frase cuando quería que las cosas me salieran bien o deseaba que a alguien le fuera bien en aquello que se proponía: “que el universo conspire a nuestro favor”. Me gustaba la idea de pensar que aquellas fuerzas del azar pudieran alinearse a mi favor, a favor de aquellos de mi entorno. Sigo pensando que es una frase con un poco de magia y una vibra positiva. Pero hoy, a partir de algunas lecturas y experiencias recientes, comienzo a ver un potencial diferente en la forma de mirar lo que sucede a nuestro alrededor, en las fuerzas azarosas del universo.
Esta semana que termina fui testigo, de manera especial el día viernes, de cómo dejándome fluir con mi entorno lograba muchas más cosas de las que incluso me había propuesto. De manera tranquila, fluida, podríamos incluso decir “exitosa”. Tenía una lista muy larga de cosas por hacer y tiempo limitado, como todos. Salí con la intención clara de hacer al menos la primera y ahí estuve, en el aquí y el ahora. Gracias a la lectura que llevaba en la mano (“Aceptología” de Gerardo Schmedling) pude quedarme allí sin desesperar por todo el resto de cosas que no llegaría a hacer.
Cuando finalmente salí de allí decidí probar y buscar llegar a mi segundo tema, y llegué. No lo considero suerte, creo que fue estar atenta, ver que se me presentaban las oportunidades y decidí tomarlas. Cerré el segundo tema, me pare y pensé, observé mi entorno, viernes final de día, tráfico caótico, pero nada perdía. Me encaminé al tercer tema, nuevamente logré cerrar el tema. Con el añadido que recibí una atención como nunca la había recibido en un Banco del que solía “quejarme” por su mala atención (ahora que lo pienso no habré yo contribuido a no ser bien atendida anteriormente por el ánimo con el que el que llegaba allí?... tarea para mí).
Finalmente cerré varios temas ese día y lo mejor de todo fue la sensación de fluidez con que pude hacerlo. Ahora comienzo a entender lo que plantea Gerardo Schmedling acerca de aceptar lo que el universo tiene para nosotros. No es una aceptación pasiva, que implique quedarnos sentados simplemente a esperar que las cosas sucedan. Implica actuar, pero actuar de manera consonante con lo que ocurre a nuestro alrededor, con nuestras oportunidades, con lo que el entorno requiere realmente de nosotros.
Me gustaría cerrar la reflexión de esta semana con una de las fases más hermosas pero desafiantes de Schmedling:
“Aquello que no eres capaz de aceptar, es la única causa de tu sufrimiento”.
Mi invitación para todos es que nos animemos a conspirar con el universo. Paremos, observemos, qué sucede a nuestro alrededor, qué me pide hoy la vida, que cosa puedo hacer hoy de la mejor manera posible para fluir con el universo…
Tengo la impresión de que si lo hacemos, nos sorprenderemos a nosotros mismos con los resultados.
A conspirar con el universo!
Creo que es una muestra de que los resultados dependen muchas veces de nuestra actitud.
ResponderEliminarHe experimentado la sensación que comentas del banco en algunas oportunidades y quiero quedarme con la certeza de que si no encuentro respuesta positiva con mi mejor actitud, se puede deber a que la persona interlocutora está en actitud de no conectar con nadie.