Este fin de semana tuve la dicha de ir a ver el show de mi circo favorito en el mundo (por encima del famosísimo y también maravilloso Cirque du Soleil), La Tarumba: circo peruano que este año nos regala la obra “Quijote”. Y estando allí con la piel erizada de la emoción por las increíbles piruetas, los diálogos sencillos y profundos del caballero de la triste figura con su querido Sancho y los maravillosos caballos que parecían sentir cuánta admiración causaban y nos regalaban su paso maravilloso (caballo de paso peruano) y su elegante dulzura; varias escenas que había venido acumulando en mi mente (y en el corazón) en los últimos días comenzaron a unificarse.
Y es que el Quijote tiene esa cualidad, nos conecta con esa necesidad de soñar y perseguir nuestros sueños. Como tan bien lo ilustra Cherman (otro de los artistas peruanos que disfruto de manera especial, autor de la imagen): “Persigue tus sueños”, “Eres tú el dueño”. Y recuerdo a un señor ya entrado en algunos años (de esos que pintan el pelo de blanco) con quien me cruce hace unos días mientras iba montado en sus patines (no aún patinando) y no pude dejar de admirar porque sin ser ningún chiquillo se atrevía a subirse en los patines (bien armado con coderas, casco y rodilleras) para salir a patinar. Era increíble verlo, iba agarrándose de poste en poste. Estoy segura que la próxima vez que me lo cruce podrá ya pasar algunos postes de largo, no dudo que hay un espíritu quijotesco en el espíritu de tan simpático patinador.
Y recuerdo también a un grupo de valientes mujeres que entrenan en las noches en unas lozas deportivas del malecón, todas ellas en sillas de ruedas, pero uno al verlas no ve las sillas, ve la fuerza de sus brazos, la pasión de sus movimientos. ¿No son quijotes también ellas? Se rebelan contra la realidad, juegan, anotan canastas, se llevan la vida por delante, y seguramente tienen mucho de Sancho también porque han de ser muy pragmáticas y realistas. Creo igualmente que si no se atrevieran a soñar nunca hubieran llegado a esa cancha para volar incluso desde su silla de ruedas.
Y es así que llego a la conclusión de que todos tenemos un Quijote dentro. Más o menos despierto seguramente, pero todos podemos y seguramente lo hacemos: perseguir nuestros sueños. Pienso en mí por ejemplo, adoro soñar y me encanta hacer realidad lo que sueño. Normalmente el producto final no es como se pintaba en mi fantasía (bastante profuso por cierto) pero ahí también reside un encanto. Este blog por ejemplo. Siempre había querido escribir (o al menos hace mucho años que lo deseaba) y nunca me había atrevido, pero lo soñaba y un día simplemente permití que mi espíritu quijotesco tomara el volante y me atreví. Y comencé a escribir. Mal, bien, con faltas, con entregas más interesantes unas que otras, pero estoy viviendo uno de mis sueños y me encanta.
“Cada uno es artífice de su propia aventura”, es uno de los lemas de la obra. Seamos o no conscientes de que nuestra vida es una aventura, lo real es que día a día escribimos el guión, con nuestras acciones, con nuestros pensamientos, con nuestros sentimientos. ¿Y cómo será la aventura que estamos viviendo?, ¿nos emociona?, ¿nos enorgullece?, ¿nos hace feliz?... Todos tenemos nuestras propias respuestas.
Y en clave de Coaching frente a esta hermosa aventura Quijotesca:
¿De qué modo puedo crear magia en mi vida?
¿Qué es aquello que aún no he hecho pero que anhelo?, ¿qué recursos tengo para lanzarme a la aventura?
Y para quienes quieran conocer un poco más de la obra les comparto un link con algunas imágenes, y para todos aquellos que están en Lima y disfrutan del circo (o mejor aún nunca se han animado a visitar uno), esta puede ser la mejor oportunidad para hacerlo!
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