Me gustaría hoy introducir aquí
a un personaje al que conocí recientemente, o más preciso aún, a quien bauticé
recientemente como: “Don Elección”. Y ¿quién es Don
Elección? Verán ahora que lo describa que todos conocemos (y que alegría
incluso muchos somos) “Don Elección”. Primero un poco de contexto.
En una reunión trimestral fuera
del país donde un grupo de líderes compartía con todos los colaboradores de la
organización el avance de resultados, los principales desafíos y próximos
lanzamientos, uno de los líderes marcó una diferencia. Al momento de finalizar
su intervención, mencionó que quería compartir con todos un aviso que había
leído a su segundo día de llegada al país (en su calidad de gerente
expatriado), y que había guardado desde ese día para un momento especial y
creía había llegado ese momento. Sacó literalmente una hoja de periódico y se
dispuso a leer. Todos nos mirábamos un poco sorprendidos porque no entendíamos
bien de que se trataba aquello. Y comenzó a leer –no sin que al inicio su voz
se quebrara ligeramente– un texto hermoso que hablaba de la diferencia entre hacer las cosas y hacerlas con el alma.
Yo sabía perfectamente la
calidad de líder que él era, había tenido oportunidad de ver de cerca su
trabajo y conocía sus cualidades, así y todo me sorprendió. Me sorprendió la
elección que tomó, incluido el riesgo de hacerlo frente a una cultura diferente
y en presencia del líder máximo del negocio.
Fue una intervención de lujo y la respuesta de la gente fue sumamente
positiva. Pero no se trataba solo de ese día, de ese momento, de ese texto, él
había estado ya marcando una diferencia con su estilo, con sus conductas y
sobre todo con sus decisiones desde que llegó allí.
Así se terminaba de perfilar en
mi mente este personaje de “Don Elección”, ¿por qué? Porque conversando
con otros líderes justamente sobre PJ (así lo llamaremos) y la gestión que
venía realizando como expatriado habían algunos que opinan (válidamente) que PJ
tenía un “don” un don con la gente y por ello tenía tan buena llegada con las
personas. Y tal cual, es innegable el “don” de gentes que tiene este líder en
particular, sólo que en ese evento terminé de entender porque me generaba tanto
ruido interno escuchar esa palabra “don”, y es que estaba en mi opinión
incompleta, es en realidad “Don Elección”. Hay un don, claro, pero hay también una
elección, siempre.
Y lo conecto con lo que vivimos
todos en nuestros diferentes espacios, lo que viven los deportistas de élite,
los grandes artistas, que suman a su talento (“don” natural) 10 mil horas de
práctica, de elección. Imaginemos que de
niños recibimos 1, 2, 5 talentos, a unos nos resultaba más sencillo aprender a
leer, otros aprendían a saltar soga y andar en bicicleta más rápido, otros
quizás sumaron, restaron y multiplicaron casi a la vez, y mirémonos hoy, los
talentos de los que hoy disfrutamos, ¿acaso no pudimos horas de elección para
mantenerlos, cuidarlos y hacerlos crecer? Y esa es justamente la
invitación de esta entrega, que nos detengamos a reconocer nuestros talentos
(dones+elecciones). Que el fantasma de pensar que no tenemos “don” para… no nos
limite a ejercer nuestra elección de hacer algo al respecto. Todos tenemos
habilidades, recursos, experiencias diferentes, y todos podemos también,
siempre ejercer nuestro libre albedrío para elegir las acciones que queremos. ¿Cuántas
ideas se quedan en nuestra cabeza?¸¿con cuánto frecuencia justificamos o
disminuimos las acciones/resultados de otros bajo la premisa de que tienen un don
natural?
Imposible terminar esta entrega
sin compartir el texto maravilloso que nuestro Don Elección decidió compartir
con nosotros ese día:
La diferencia que existe
entre hacer las cosas y
hacerlas con el alma
Todos nos preguntamos qué es lo que nos hace levantar cada día,
qué nos mueve, qué nos impulsa a hacer las cosas.
La respuesta está a nuestro alrededor, está en la gente,
está en aquellas personas en las que encontramos
esa actitud maravillosa ante la vida y ese algo que los hace
sentir
orgullosos de sí mismos y de lo que hacen,
son ellos los que nos enseñan que existe una diferencia
para hacer las cosas.
Esa diferencia que existe,
Entre cantar y hacer sentir,
entre jugar y volver loco
a un país,
entre pintar y emocionar,
entre tener un hijo y crecer con él,
entre ver y observar,
entre oír y escuchar,
entre hablar y conversar.
La diferencia entre caer y caer para levantarse,
entre construir y trascender,
entre escribir y enamorar,
entre querer y amar,
entre nacer en un país y hacer país.
Esa diferencia que hay entre trabajar por un sueldo
y trabajar por una sonrisa,
entre dar los buenos días y desear los buenos días,
entre trabajar con personas y hacer felices a esas personas,
entre decir sí, y comprometerse.
Es esa gran diferencia que hay entre hacer las cosas
y hacerlas con el alma, con toda el alma.
(Fuente: AVISO PUBLICITARIO GRUPO BANCOLOMBIA)
La pregunta, en esta ocasión, la
pones tú.
¿………………………………………………………………………..?
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Andre, me gustó mucho, y me trae a la memoria mi último viaje en avión, de normal soy una persona tímida para entablar conversación con la persona que está a mi lado, y no lo hago, y ese día en otra fila de pasajeros había una señora que hablaba muy entretenida con un joven, al despedirse el joven le dijo: "Gracias por su conversación, me ayudó mucho, que tenga una feliz estadía en Arequipa", me quedé fría, porque me hubiera gustado dar esa alegría a una persona, y es que a veces creemos que las personas no necesitan de nosotros. Ese día me propuse que sería la última vez que permanecería al lado de una persona sin tratar de darle algo mío. Y con este envío aprendí lo siguiente:
ResponderEliminar"Es esa gran diferencia que hay entre hacer las cosas
y hacerlas con el alma, con toda el alma."