Hoy propongo ejercer un poco de rebelión contra algunos dichos o fantasías que recorren muchas veces nuestra imaginación y pensamiento, especialmente en lo que se refiere a la vida en pareja y el amor.
Seguramente todos hemos escuchado (e incluso suspirado quizás algunos, me incluyo en algún momento) la famosa afirmación de que todos tenemos “una media naranja esperando por nosotros en algún lugar”. Y en la búsqueda de esa media naranja puede que se nos vaya la vida, la ilusión y la energía.
Quiero para esta sana rebelión utilizar las palabras de mi querido amigo y sabio maestro, Borja Vilaseca. Él afirma:
“Por más que nos lo hayan hecho creer, no somos medias naranjas: somos naranjas enteras”.
Naranjas sí, ricas, jugosas, maravillosas. Pero enteras. Todos los somos. Y el ser conscientes de ello hace que dejemos de buscar afuera lo que solo nos podemos dar desde el interior: seguridad, confianza, paz, armonía.
Cierto es que la vida en pareja, en una relación sana, positiva; es una de las cosas más bellas que podemos experimentar los seres humanos. Pero para llegar a una relación de esas características se necesitan dos naranjas enteras, plenas. Que puedan, si así lo desean, elegir vivir juntas, compartir el camino, pero conscientes de que son en sí mism@s complet@s.
Este sábado tuve la suerte de ser testigo de otro ejemplo de un círculo virtuoso, una querida amiga recibió de regalo un libro maravilloso: “La Parte que falta conoce a la O Grande” de Shel Silverstein. Y las palabras de ese libro le trajeron calor al corazón. Lo recomiendo totalmente. Especialmente para quienes estemos viviendo o queramos vivir en algún momento una relación de pareja, desde la mejor y más completa versión de nosotros mismos.
Y desde el Coaching propongo algunas preguntas para reflexionar esta semana:
• ¿Con qué recursos personales cuento para establecer una relación afectiva sana y positiva?, ¿qué cosas por el contrario no me ayudan?
• ¿Cómo viviría mi relación de pareja sino tuviera miedo?
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