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La pieza que me falta

Hay un cuento que me encanta (seguramente porque me toca personalmente) que hace tiempo he querido compartir con Uds. Al no tener la versión a la mano en castellano lo iba posponiendo pero hoy quiero darme el tiempo para hacer aquello que quiero, así que aquí lo tienen:


La parte que faltaSHEL SILVERSTEIN

Se trataba de una pieza a la que le faltaba una parte. Y no era feliz.
Así es que partió en busca de su parte faltante.
Y mientras rodaba por el camino, cantaba esta canción:
“Oh, ando en busca de la pieza que me falta.
Ando en busca de la pieza que me falta.
Ando en busca de la pieza que me falta.
Escondida en donde esté, allí yo iré.
Buscando estoy mi pieza faltante”.


Algunas veces se cocinó bajo el abrasivo sol,



Y luego venía la lluvia
para tranquilizar su sed


Pero luego la misma fría lluvia
caería en demasía



Y por lo mismo que era una pieza incompleta
no podía rodar demasiado a prisa
pudo detenerse así a conversar con un gusano,



o detenerse a oler una flor
y algunas veces hasta pasó un escarabajo,


y a veces hasta el escarabajo la sobrepasaba,



 


Y este era el mejor momento de todos.



Y se aventuró incluso a través de los océanos.


“Oh, ando en busca de la pieza que me falta.
Por tierra y por mar
Puedo ya aceitar mis comisuras y dejar entrar la hermosura…
Buscando estoy mi pieza faltante”.



A través de pantanos y selvas,
montañas arriba,


y montañas abajo.




Hasta que un día, ¡allí la encuentra!
“He hallado la pieza que me faltaba.
He hallado la pieza que me faltaba.
Puedo ya aceitar mis comisuras y dejar entrar la hermosura…




“Espera un momento”, dice la pieza.
“Antes de que aceites tus comisuras
y dejes entrar a la hermosura…”


“Yo no soy tu pieza faltante.
Yo no soy la pieza de nadie.
Yo soy mi propia pieza.
Y si resultara fuese yo la pieza faltante de alguien.
No creo ser la tuya en verdad”.




“Oh”
Dijo tristemente
“Siento haberte molestado”
Y siguió rodando.

Y encontró otra pieza,




pero era demasiado pequeña.




Y esta otra demasiado grande.




Esta demasiado puntiaguda.



Esta demasiado cuadrada.



Un día pareció que había hallado
la pieza perfecta,




pero no pudo sujetarla con suficiente firmeza
y terminó por perderla.





En otra ocasión
la sujetó con demasiada fuerza,



y se rompió.





Y continuó rodando.




Viviendo aventuras,


cayendo en hoyos,





y estrellándose con muros de piedra.




Hasta que un día apareció
otra pieza que parecía ser sencillamente perfecta.




“Hola”, le dijo.
“Hola” respondió la pieza.
“¿Eres de casualidad la pieza faltante de alguien?”
“No que yo sepa”
“Bueno, quizás tu quieras ser tu propia pieza”
“Yo puedo ser la pieza de alguien y seguir siendo yo misma”.
“Quizás lo sea”.
“Quizás no encajemos”.
“Bueno…”
“Mmmm”
“Ummmm”



¡Si calza!
¡Calza perfectamente!
¡Al fín!, ¡Al fín!




Y se alejó rodando.
Y como estaba ahora completa,
rodó cada vez más rápido.
Cómo nunca antes rodó.




Tan rápido que no pudo parar
a conversar con un gusano ni a oler una flor,




demasiado rápido para que se posara una mariposa.




Pero ahora podría cantar su alegre canción
al fin podría cantar
“He hallado a mi pieza faltante”



Y comenzó a cantar
“He halldo mi pdza sij me falibsi
de halldo mi pdza sij me falibsi
Puedt yaa atcdesdar mss cdmtsdss y dddka ejnntt la bermdra…”

Oh no, ahora que estaba completa
No podía ya ni siquiera cantar.







“Ajá”, pensó.
Así que así era.

Y dejó de rodar.





Dejó caer con gentileza la pieza.




Y se alejó rodando suavemente,




y mientras rodaba cantó suavemente



“Oh, ando en busca de la pieza que me falta.
Ando en busca de la pieza que me falta.
Ando en busca de la pieza que me falta.
Escondida en donde esté, allí yo iré.
Buscando estoy mi pieza faltante”.






Me gusta cómo esta sencilla historia nos lleva a pensar las veces que andamos rodando a toda velocidad por la vida “buscando” algo que creemos nos falta. Y en el camino olvidamos de disfrutar del camino, olvidamos hasta quienes somos realmente, lo que nos hace feliz, la mariposa que se puede posar en nuestro hombro. Seguramente muchos de nosotros hemos tenido oportunidad de conocer a personas que llegaron a alcanzarlo “todo” y allí mismo fue cuando más vacías y tristes se encontraron.
¿Qué es lo que más disfruto del propio camino?, ¿me gustaría ese aspecto del camino convertirlo en el verdadero destino?, ¿qué tendría que hacer diferente a partir de hoy?








Comentarios

  1. Qué pena que estos libros no sean tan faciles de conseguir. Tuve la suerte de recibir "La parte que falta conoce a la O Grande" como regalo de Navidad... pediré este para mi cumple! jeje excelente mensaje Andre! exitos siempre! :)

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