Fuera de mi habitual domingo y del ocasional lunes, hago un stop en mi semana para volver a mi querida entrega de Coaching Ahora. Es una forma de recodarme que lo importante me gratifica más que lo urgente.
Hace un tiempo encontré esta imagen que me fascinó, pues me transmitía de manera clara y rápida cómo tantas veces nos frustramos en nuestras relaciones (e incluso con nosotros mismos) por pedir algo que no podemos recibir (sea porque la otra persona no puede brindárnoslo, sea porque no es el momento oportuno, sea porque nosotros no estamos en condiciones de recibirlo…)
Al ver esta imagen me conecto con el anhelo tan grande y profundo que puede sentir (imaginemos que fuera un niño pequeño) al querer recibir un abrazo, más aún si ese niño ha crecido recibiendo el mensaje de que el amor se demuestra a través de los abrazos. E imagino el dolor del que podría ser su padre de no poder brindarle el anhelado abrazo.
¿Podría acaso deducir que por eso lo quiere menos?
Quizás algunos nos sintamos identificados sea con el imaginario niño o con el imaginario padre. Pregunto, ¿Y si nos atreviéramos a pensar diferente?, ¿y si mirásemos con ojos diferentes la misma situación?
¿Qué tal si el mayor amor podría ser expresado con la mirada?, ¿o que dejásemos que las palabras acaricien como las manos?
Todos tenemos el derecho de pedir lo que queremos, lo que necesitamos; pero más aún tenemos el desafío enorme de tener el corazón abierto para recibir lo que el otro puede darnos. Sea un padre, una pareja, un amigo, un jefe.
La invitación está sobre la mesa:
- Apreciar el amor y los regalos que nos da la vida así no lleguen en el envoltorio perfecto que un día imaginamos.
- Atrevernos a disfrutar de aquello que recibimos así no llegue tal como lo pedimos.
Y la pregunta de despedida para lo que resta de la semana:
¿Existe algo que hoy no estoy recibiendo con amor, sino más bien desde la frustración?, ¿qué puedo y quiero hacer para mirar y vivir la misma situación desde un lugar diferente?
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