Imaginemos dos personas con habilidades aparentemente similares pero diferentes en la práctica. Podría parecer que no se necesitan mutuamente verdad? Ambas personas tienen habilidad para ubicarse, pero uno lo hace en base a datos del entorno, letreros, signos visuales, y la otra persona se ubica gracias a su capacidad para proyectar planos, leer mapas, conectar la lógica detrás de su construcción. Ambas personas pueden llegar finalmente a donde necesitan, cada una desde un enfoque distinto.
Podría ser que juntas llegasen de manera más fácil a su destino? He descubierto que sí. Y que puede generar una satisfacción enorme. La complementariedad nos permite vivir experiencias diferentes, caminos diferentes. Y para vivirla es casi requisito indispensable permitirnos en algún sentido “cambiar de lugar”. Dejar de hacer lo que siempre hacíamos. Permitirnos probar enfoques diferentes, dejarnos llevar. Y a veces, que difícil nos resulta hacerlo. Queremos sin querer hacer siempre las cosas de la manera que nos resulta familiar. Nos resistimos, queriendo o no, a salir de nuestra zona de confort. De nuestra familiaridad.
Pero complementariamente podemos alcanzar cosas diferentes, hoy veía en el Museo de Historia Natural, como todas las especies habían evolucionado de manera increíble a lo largo de los años. Como aquellos “dinosaurios” que se nos hacen tan familiares pero que dejaron de existir hace 65 millones de años también vivieron su propia etapa de evolución. Y con el ser humano el gran salto evolutivo estaba relacionado a su capacidad de vivir en sociedad. Antes que una necesidad, prefiero verlo como una “complementariedad”.
Mi invitación de esta semana es que nos detengamos a pensar un momento en aquellas cualidades que tenemos para ofrecer a las personas de nuestro entorno. Cuáles son, las estoy utilizando? Las comparto solo con aquellas personas de mi entorno inmediato o también me permito hacerlo con quienes no tengo tanta cercanía?
Y del otro lado, me permito complementarme por las cualidades que tienen los demás? Abro mi puerta para dejar que otros me regalen con sus propios conocimientos, experiencias, habilidades? O me mantengo en lo que se, lo que conozco, en lo único creo.
Cada uno conoce donde esta nuestra mayor área de oportunidad, en dar (compartir nuestros dones, nuestros talentos) o en recibir (aceptar que los demás nos enriquezcan, nos impacten, nos moldeen suavemente con sus propios talentos).
Qué me gustaría hacer a partir de esta reflexión? Con qué me comprometo para vivir esta semana una experiencia de complementariedad?
Salir de nuestra zona de confort es lo que más cuesta...gracias por esta publicación!
ResponderEliminarSaluditos,
Kapousky