Hace un par de semanas (mientras manejaba por la Costa Verde) camino a una reunión de trabajo sonó una canción en la radio que me encanta y me provocó elevar las manos y lanzarme a bailar. Estaba a punto de hacerlo y miré por el espejo de mi tapasol para animar a mi pequeño principito a que se lanzara a bailar también al son de la música y oh…. por un momentito se me heló el corazón… la silla de bebe estaba vacía. Luego recordé, iba camino a una reunión y mi pequeñito se había quedado en casa. Acostumbrada como estoy o mejor dicho, como he estado, a estar todo el día en dupla maravillosa con mi chiquitín me tomó por sorpresa el encontrar la silla vacía y mi segunda sorpresa fue descubrir que no me atrevía a lanzarme a bailar y cantar como loquita estando yo sola en el auto, cuando es algo que he venido haciendo en el ultimo año gracias al maravilloso regalo de haberme convertido en mamá. Y me di cuenta total de que además de todas las bendiciones (y desafíos) que signifi...