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Mostrando entradas de 2024

Entrenando mi Corazón

  Semanas atrás, mi entrenador me puso el desafío de salir a trotar 1 hora (algo que ya había hecho anteriormente) sólo que esta vez el desafío era vigilar y controlar el ritmo de mi corazón, no debía pasar las 140 LPM (registro de la frecuencia cardiaca). No parecía tan difícil, pero resultó que ni bien empecé, no había ni arrancado casi y mi LPM estaba ya por encima de 160, era tremendo, no lograba bajarlo.  Me rebelé y me resistí: "no se puede", "es imposible", "yo tan sólo existo por encima de los 140!!!" pero ahí estuvo Pepe manteniendo el foco y el desafío: "sí puedes", "camina, no trotes", "sí puedes, no hables..", "sí puedes..." así por media hora continúa hasta que logré comenzar a trotar lentamente manteniendo mi corazón por debajo o máximo en 140LPM. Mi ritmo era más lento que los señores de tercera edad de la casa de la juventud tardía quienes fácilmente me podían pasar caminando, pero me mantuve, superan

Coraje, Compasión y Conexión

Uno de los primeros libros que leí de Brené Brown fue: "Los Dones de la Imperfección" ( https://brenebrown.com/book/the-gifts-of-imperfection/ ) y quedé prendada de esa propuesta osada de abrazar nuestra imperfección desde la belleza de lo que significa poder vivirla eligiendo cada día el Coraje -sobre el confort-, la Compasión -sobre el juicio-. y la conexión -sobre la comparación y la armadura-.  Y estas tres palabras me han acompañado desde el deseo y la inspiración hace ya buen tiempo (incluso las he utilizado para construir propuestas potentes en espacios laborales) pero para este 2024 quise dar un paso más y buscar llevarlas a la práctica en mi día. No sólo mirarlas como un referente (de hecho las tengo pintadas en un pequeño lettering en un cuadro al costado de mi mesa de noche) sino buscar elegirlas, vivirlas, practicarlas.  Y como me encanta además todo lo visual decidí regalarme unas pulseras que fueran a la vez un recordatorio y una declaración. Así desde hace un p

¿Y si nos animamos a decir más veces “Sí”?

  Desde hace algunos años se ha reivindicado (de manera saludable creo yo) el saber decir “no”. Es una forma sana decuidar nuestra salud mental, física y emocional, una forma saludable de establecer límites que nos permitan estar y ser mejor. A la vez encuentro que, a veces, el “no” lo tenemos muy a flor de piel, muy automático, sobre todo cuando se trata de cosas que puedan sacarnos de nuestra zona de confort o que impliquen una cierta cuota de riesgo o exposición emocional.  Y me quedo pensando qué pasa si nos animamos a decir más veces “Sí”… Sí a subirme a una tabla por primera vez a mis 43 abriles recién cumplidos a pesar del respeto (léase entre líneas miedo) que siempre le he tenido al mar.  Decirle que Sí a festejar no sólo un día sino varios por el mero placer de compartir con quienes alegran mi corazón.  Sí a acompañar a tu hija de manera constante e incondicional en un proceso de adaptación duro, viendo sus lágrimas y dándole un beso con dolor pero seguir diciendo sí